Arte y fotografía

Senga Nengudi y Maren Hassinger hacen suyo el IVAM

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VALÈNCIA. Hay muchas maneras de habitar un museo, un cubo blanco que puede ser hogar, lugar de paso o hasta un espacio incómodo. En el caso de las artistas Senga Nengudi (Chicago, 1943) y Maren Hassinger (Los Ángeles, 1947), se antoja un todo o nada. El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) ha abierto las puertas a una exposición que se sumerge de lleno en el trabajo de ambas artistas, que han hecho suyo el museo con un proyecto comisariado por Lucía Aspesi y Nuria Enguita, exdirectora de la institución, que ve la luz por fin tras haber sido aplazado en 2024.

El proyecto expositivo recorre una buena parte de su producción, desde la década de los 60 hasta el presente. La cuestión de la cronología es, precisamente, clave para entender esa manera de habitar el museo, que pasa por la reconfiguración de varios de sus proyectos para adaptarlos tanto al espacio como al contexto actual, poniendo sobre la mesa una interesante reflexión sobre la naturaleza viva de la obra de arte. Es precisamente la “impermanencia” una de las bases del trabajo de las artista, subrayó Aspesi, quien presentó la muestra junto a la directora del IVAM, Blanca de la Torre, y la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar.

La muestra se adentra en los territorios de la performance, la instalación o la escultura, un sugerente recorrido que explora las cinco décadas de relación vital y artística de ambas mujeres, un encuentro que tuvo como punto de partida la ciuda de Los Ángeles en los años setenta, donde formaron parte del conocido como Studio Z, un colectivo espontáneo de creadores que se originó “con el objetivo de crear un espacio en el que los artistas afroamericanos pudieran expresarse libremente y prestarse apoyo mutuo”, relató la directora del IVAM.

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Ese posicionamiento vital es clave para explorar la manera desde la que parte la obra de ambas artistas, una práctica que no puede entenderse sin tener en cuenta la “complejidad de ser mujeres (y racializadas), madres, cuidadoras y artistas en un contexto sociohistórico especialmente adverso”, señaló De la Torre. “Esas prácticas de resiliencia cultural son las que recoge el IVAM para hacerlas visibles, pues el museo ha de crear espacios en los que dar cabida a otros relatos y otras voces que han sido, históricamente, relegadas”.

La exposición reúne vídeos, esculturas, instalaciones, fotografías y textos que datan de 1969 a 2014 , una muestra que no sigue un orden cronológico y que sitúa como punto de partida dos textos breves escritos por las artistas en el año 2000 que sirven de preámbulo a la muestra: Manifiesto de Maren Hassinger y Maren y yo de Senga Nengudi. A partir de ahí se despliega un amplio corpus de obras que denotan las influencias de la una sobre la otra, sus colaboraciones y sus intereses mutuos.


A pesar de partir de distintos posicionamientos estéticos -Nengudi vinculada al dadaísmo y el surrealismo, y Hassinger cercana al minimalismo y posminimalismo- ambas compartieron intereses comunes en torno a la danza, la dimensión performativa del cuerpo y la exploración conceptual de los objetos escultóricos. “La idea de performance impregna el trabajo de ambas artistas desde el principio. De hecho, las dos tiene interés y formación en danza y es a partir de estas raíces que empezaron a comprometerse con la materia”, detalló la comisaria. Estos espacios comunes, compartidos, pero también aquellos que le son propios a cada una de las artistas dan forma a una exposición en la Nengudi y Hassinger expanden su poesía para hacerse con un IVAM del que ya son parte.

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