VALÈNCIA. Joaquín Sorolla no tendrá museo en València. Pero casi. Esta es la palabra que desde que este jueves el president de la Generalitat, Carlos Mazón, anunciara el futuro acuerdo con la Hispanic Society of America, sobrevuela la mente de muchos, aunque nadie la pronuncie. En lugar de ‘museo’, el president habla de un proyecto para que la “gran obra internacional de Sorolla venga a casa”. También la alcaldesa de la ciudad, María José Catalá, habla de esa “casa” que recibirá la obra de Nueva York y solo el concejal de Cultura, José Luis Moreno, en declaraciones recogidas por Europa Press, señala que el consistorio participará de “ese proyecto, de ese museo o espacio Sorolla que habrá en la ciudad de València”.
“València siempre ha aspirado a tener un trocito de Sorolla, que pueda estar en su casa. Siempre hemos aspirado a eso y ahora parece ser que, por fin, se va a concretar”, añadió Moreno. Casa, trocito o proyecto, el uso de la palabra no es baladí, pues este asunto no es nuevo ni en los despachos de la Generalitat ni en el plano mediático. Prácticamente todos los gobiernos autonómicos han querido que València tuviera su versión de Museo Sorolla, un sueño que resonó con fuerza durante el Botànic, aunque es ahora cuando parece aterrizar bajo el ala de Mazón, que esta semana desvelaba en su visita a Nueva York unas negociaciones que, ciertamente, son un secreto a voces desde hace algún tiempo.
En su caso, sin embargo, parece haber una cautela mayor con respecto a esa idea de museo permanente, que en ningún caso se pone sobre la mesa, aunque el proyecto sí va más allá de una exposición temporal. Pero antes de avanzar, un poco de contexto. La intentona más reciente de levantar un Museo Sorolla de València fue durante la pasada legislatura, en la que se habló explícitamente de ese deseo, aunque estuvo marcado por la torpeza y un proyecto rechazado desde el ámbito artístico. Al calor de las celebraciones del Año Sorolla, el Grupo Socialista en Les Corts presentó una iniciativa en la que instaba al Consell a iniciar conversaciones para avanzar en “el proyecto anunciado por el Ministerio de Cultura de crear en los próximos años un nuevo Museo Sorolla se instale en la Comunitat”. Sin embargo, el Ministerio nunca puso sobre la mesa este proyecto.
La cuestión siguió coleando y fue el Ayuntamiento de València el que terminó rechazando su creación, en este caso a propuesta de Ciudadanos. La entonces concejala de Patrimonio, Glòria Tello, argumentaba que el Ayuntamiento no tiene "contenido suficiente" para levantar un espacio museístico dedicado a Sorolla, unos fondos que se componen de siete piezas, algunas vinculadas a contratos que impiden su traslado. En similares términos se expresaba el director del Museu de Belles Arts de València (Mubav), Pablo González Tornel, ante la posibilidad de mover las piezas de la pinacoteca para crear un nuevo museo. “Si queremos fortalecer las instituciones culturales, no podemos vaciarlas de contenido”, señaló entonces. En el caso de la pinacoteca, además, hay un asunto importante a tener el cuenta, gran parte de las piezas pertenecen al gobierno central.
Precisamente Catalá, entonces en la oposición, señalaba con más cautela que Ciudadanos la “complejidad” del asunto, aunque sí se marcaba como objetivo a largo plazo la creación de un espacio permanente dedicado al pintor. Este deseo quedó reflejado más tarde en el programa electoral del Partido Popular, que hablaba de “reimpulsar” una exposición permanente que reuniera la obra de Sorolla y sus artistas coetáneos. Si bien muchos pensaron entonces que el Palau de les Comunicacions -antiguo edificio de Correos- sería su posible sede, el anuncio del entonces nuevo gobierno de convertirlo en Museo Fallero parecía enterrar esa idea, que ahora no parece tan descabellada.
Dos años después del cambio de gobierno, el inmueble de la plaza del Ayuntamiento sigue sin un plan de uso a largo plazo y se antoja como posible sede para acoger las piezas de la Hispanic Society, un acuerdo que no incluye en ningún caso la serie Visión de España. Esta no sería la primera vez que el edificio sirve de sala de exposiciones. Poco después de su adquisición por parte de la Generalitat, el espacio sirvió para la puesta de largo de la Colección Lladró antes de su integración en el Mubav, una colección que, precisamente, sumó dos importantes piezas de Sorolla al patrimonio público: Labradora valenciana y Yo soy el pan de la vida, esta última una pieza de grandes dimensiones cuyo traslado a la pinacoteca se anunció como un fin de trayecto: no volvería a moverse.

El desembarco de la Colección Lladró en el Palau de les Comunicacions, con todo, no fue sencillo. Es importante destacar que el inmueble no está pensado para albergar obras de arte de este tipo y es por ello que el gobierno autonómico tuvo que hacer una importante inversión económica para adecuar el espacio durante los meses que duró la exposición, incluyendo la instalación de nuevos muros para colocar las obras, ocultar algunas entradas de luz para evitar daños en las piezas o instalar máquinas humidificadoras para asegurar la buena preservación de las mismas, unos trabajos que, en caso de ser la sede de este ‘no museo’, deberán volver a ponerse sobre la mesa, con la inversión que ello conlleva.
Esto puede llevar a una pregunta, ¿por qué no se llevan las piezas al Museu de Belles Arts de València? Ciertamente, desde un punto de vista logístico y económico parece más sencillo, aunque también comprometería la programación temporal del museo, pues el acuerdo entre la Generalitat y la Hispanic Society, sin ser ad eternum, sí contemplaría que las piezas puedan presentarse en València durante varios años. Y es en esta tensión entre dar forma a un museo que no es un museo donde se enmarca un futuro acuerdo del que la Generalitat tiene todavía que concretar sus detalles, tanto por lo que respecta al coste que tendrá para las arcas públicas el propio acuerdo como los gastos derivados así como la relación de piezas que viajarán a la “casa” de Sorolla.

- Inauguración de ‘Sorolla, a través de la luz’ en Fundación Bancaja -
- Foto: KIKE TABERNER
En la actualidad, la colección de la Hispanic incluye más de un centenar de obras, entre las que destacan algunas como Bueyes sacando la barca (1903), Tras el baño (1908), Playa de Valencia a la luz de la mañana (1903) o Niños en la playa (1908). De igual forma, se incluye la imponente serie Visión de España, un encargo para la decoración de la biblioteca de la entidad que le llevó a viajar por toda España para retratar la vida y costumbres del país.
Esta colección no es desconocida para València, pues varias de sus piezas han viajado a la ciudad. La ocasión más reciente, para formar parte de la exposición Sorolla a través de la luz, que acogió Fundación Bancaja en el marco del Año Sorolla, una coproducción con la empresa Light Art Exhibitions -que ha llevado a cabo varios proyectos en torno al pintor-, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla. Precisamente la Fundación Bancaja acogió hace años los es que conforman Visión de España en una histórica muestra que se convirtió en la exposición temporal más vista de la historia de España, una visita enmarcada en una millonaria colaboración que incluyó la restauración de las piezas por parte de la Fundación Bancaja. Casi dos décadas después, el gran puente entre Nueva York y València se vuelve a abrir.