VALÈNCIA. Cuando Claudia García de Mateos tomó la comunión se puso a llorar al ver que no podría saltar en el castillo hinchable tranquila por culpa de su vestido. Algo que los niños sí podían hacer porque llevaban pantalones. Una pequeña diferencia que puede marcar el día y la vida de una niña como ella, que pone límites y que hace que el juego no sea igual para todos.
En la edad adulta ser diferente es algo maravilloso, distintivo y refrescante. Aunque a los más pequeños esa “diferencia” puede jugarles una mala pasada, sobre todo si va camuflada de piropo. ¿En qué momento no ser como las otras chicas podía ser leído como algo bueno?, ¿por qué las niñas que iban con los niños gozaban de más libertades durante la hora del recreo?.
Estas incógnitas y otras muchas más sobre infancia, feminidad y roles de género son las que corretean a sus anchas por el patio del colegio de García de Mateos, quien en forma de directora, actriz, montadora -y lo que le echen- se reconcilia con su niña interior a través de Los chicos con las chicas. Un cortometraje que realiza con la productora When the lights are low y con el apoyo del IVC y que se podrá ver el 10 y 11 de mayo en el marco de Docs València.

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- Foto: PATRICIA VARGAS
En tan solo diez minutos, rescata su propia infancia para hacer justicia con todas las niñas que querían llevar pantalones en vez de falda, con las que decían que no les dolían los moratones después de jugar y las que, ya de adultas, siguen siendo diferentes al resto y lo llevan con orgullo. Jugando con la autoficción, García de Mateos consigue dar forma a un relato sobre lo que suponía ser una chica en el patio del colegio que en el presente, y a través de sus palabras, cobra un nuevo significado.
“Reflexiono sobre ese momento de cambio y de crisis de identidad que hay en el paso de niña a adolescente, en el momento de estar habitando un espacio incómodo y de la división que hay en el colegio entre los niños y las niñas”, explica la directora, quien en el cortometraje plantea preguntas que ponen la piel de gallina como: “¿Que me habían dicho el resto de niñas si les hubiera preguntado qué harían y no podían?”, u otras que plantean quién realmente quería ser “mujer” si hubiera podido elegirlo en la infancia.
Esta idea inicial, que da forma al cortometraje, surge precisamente de un ejercicio del Máster de Producción de Artística, en el que se le plantea crear desde el “ser mujer” con lo que García de Mateos decide emprender este viaje a la infancia. “Recuerdo esa pelea constante de creerte más guay y mejor de niña cuando ibas con los niños y cuando te haces mayor ves que era machismo puro pero leído desde otro lugar. Convierto esto en una reflexión desde la infancia y sobre lo que suponía ser mujer en ese momento”.

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- Foto: PATRICIA VARGAS
En el cortometraje recurre a figuras reales como la de su abuela o su profesor de gimnasia, a quienes les piden que le repitan frases que le decían de niña -sin rencor, desde la dulzura- con el motivo de analizarlas desde el presente. Como aquella vez que su abuela se quejó de que ella iba toda magullada o como cuando su profesor de gimnasia le dijo que crearían un equipo de fútbol para chicas si conseguía reunirlo ella. “La institución pone la responsabilidad en una niña de once años, que tiene que convocar a gente para crear un equipo. La institución define también la identidad, feminidad, los espacios, el juego y hasta la vestimenta de lo que debe ser una chica”, explica la directora.
Con motivo de explorar estas capas de decisiones García se pone de protagonista y juega con los límites de la autoficción para contar su experiencia a través de tres “Claudias” -pasando de la más niña a la más adulta- que se juntan con otros niños y niñas en el patio. Lo hace para hablar sobre su madurez y la idea de su identidad propia, algo que salta a la vista con tan solo observar el pasado. “Me gusta contemplar las historias que hay dentro de este mismo relato, creo que para que un trabajo así funcione hay que tener claro de que se quiere hablar. Ser observadora y estar alineada con el discurso que quieres tener, y elegir los perfiles en base a eso”.

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- Foto: PATRICIA VARGAS
Para ello trabaja también con otras “chicas” que cuentan su experiencia como mujeres en el patio del colegio y rodeadas de niños que no les dejaban siempre habitar esos espacios. “El patio siempre es un lugar muy dividido y es algo que puedo analizar desde el presente. Me gusta reflexionar sobre cómo cambia la simbología de ser hombre y mujer cuando vas creciendo, aunque cuando éramos niñas nada de eso se podía elegir: ni el juego, ni la ropa, ni si queríamos estar divididos. Cuando saltas de una edad a otra reflexionas sobre la anterior”.
Rodeada de actores niños -con los que se plantea el ejercicio de jugar para que el rodaje funcione de manera natural- y convirtiendo la frustración de la niña en la sanación de una mujer adulta García de Mateos se pone los pantalones para correr por el patio del colegio bien tranquila. Como cuando su padre le prestó unos suyos para que pudiera salta en el castillo hinchable el día de su comunión. Lo hace con un cortometraje en el que Los chicos con las chicas “tienen que estar” con los mismos derechos y oportunidades de que les pasen el balón.

- Foto de equipo de Los chicos con las chicas -
- Foto: PATRICIA VARGAS