Música y ópera

CREADO POR ALFONSO DEL CORRAL

‘Musicathlon’: el juego que ‘da la nota’ mezclando música y diseño

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VALÈNCIA. Muchos niños de los años 70 se aprendieron las notas musicales con una divertida canción de Sonrisas y lágrimas que funcionaba como regla nemotécnica y decía así: “Don, es trato de varón. Res, selvático animal. Mi, denota posesión. Far, es lejos en inglés Sol, ardiente esfera es… La, al nombre es anterior. Sí, asentimiento es. Y otra vez ya viene el Do”. Una forma divertida de aprender las notas musicales que venía musicalizada de casa. 

Gracias a esta película, y a través de este experimento, quedaba demostrado que aprender música -al menos un poquito- puede ser divertido, lejos de las partituras interminables y textos kilométricos sobre los compositores y sus obras. Ahora bien, si uno se plantea aprender teoría musical puede que la cosa se complique, y que más allá de las canciones haya que recurrir a otros recursos para que entre el aprendizaje pueda ser algo un poco más “divertido”. 

 

Para el profesor de música y guitarrista Alfonso del Corral el formato de éxito está claro: el juego, y con este ha conseguido generar el Musicathlon, una baraja de cartas que busca “potenciar el aprendizaje de teoría musical” repasando notas musicales, intervalos, tonalidades, armaduras, escalas y acordes. Entre colores vivos -distinguibles para daltónicos- y cientos de notas el juego busca también “fomentar la creatividad” de los curiosos que lo juegan para que puedan diseñar su propia manera de aprender música.

 

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Planteado para un público que ya tenga un aprendizaje musical base este juego está enfocado para usarlo en el aula y busca mostrar ejercicios sencillos para aprender teoría musical sin aburrirse. Una idea que le vino a del Corral en un viaje a Alemania en tren -junto a sus amigas- hace ya cosa de quince años: “Jugábamos a las cartas en el tren y se me quedó el gusanillo. Cuando volví del viaje estaba escribiendo mi primer libro de teoría de la armonía y al ver que me repetía en los ejercicios vi que necesitaba un sistema para dejar de repetir opciones”.

 

De esa idea del “no repetir” surge la inspiración de poner las notas en “cartas musicales” ilustradas por el valenciano Luis Demano que ahora sirven para aprender acordes, intervalos y escalas con el reto de hacer menos con más. Del Corral explica que como profesor una de las enseñanzas que más le sirven de cara a elaborar Musicathlon es que los alumnos retienen mejor cuando hay “menos información” por lo que de la baraja original que contaba con doscientas cartas pasó a cien para generar un juego “más compacto”.

 

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Además, como mejor que nadie sabe que teoría y práctica tienen que ir muy de la mano, una de las primeras cosas que hizo con el prototipo del juego fue llevarlo a las aulas su amiga y profesora Isabel para que lo usaran sus alumnos a modo de “test”: “Con esta prueba vimos como el juego necesitaba una cierta supervisión por parte del profesorado mientras aprendemos cómo lo usaban los alumnos. Las cartas cuentan con un contenido que está estructurado para que funcione por azar y la capacidad de reacción y está pensada para que los profesores puedan ayudar a los alumnos a aprender”.

 

Jugando con la prueba, el error y la música del Corral busca generar un espacio en el que se sigan planteando preguntas, y no respuestas que salten a simple vista. Con las cartas, la intuición de los alumnos y la guía de los profesores pretende que Musicathlon responda a la aleatoriedad y también a un ejercicio que sirva para contar la historia de la música de forma divertida. 

 

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