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Comer y beber de forma segura y saludable

Se estima que seiscientos millones de personas enferman anualmente por consumir alimentos contaminados. A medida que suben las temperaturas, aumenta el riesgo de padecer una intoxicación alimentaria, un problema que intentan atajar algunos emprendimientos como los que aquí se exponen

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El 60% de las intoxicaciones alimentarias se producen en el hogar, generalmente por ingerir comida o líquidos en mal estado. La mayoría de las veces, los síntomas ocasionados son leves y transitorios, pero también pueden ser letales o desencadenar consecuencias graves, especialmente en las personas más vulnerables: menores, personas mayores o mujeres embarazadas.

Las etiquetas que acompañan a los alimentos son un indicador fiable como medida de prevención, dado que, además de la composición, informan de la fecha de caducidad y de las condiciones de conservación. El problema es que, a veces, pueden fallar, porque no recogen detalles exhaustivos sobre la manipulación ni sobre la trazabilidad de toda la cadena de conservación del producto.

Etiquetas inteligentes

Para conocer el verdadero estado de un alimento en el momento de compra y consumo, Oscillum Biotechnology ha desarrollado una tecnología basada en unas etiquetas compostables que, adheridas al alimento, cambian de color conforme el producto se va deteriorando. De esta manera, monitorizan su estado a tiempo real e informan de manera sencilla y visual sobre la conveniencia de rechazar el alimento. La solución, además de prevenir la salud de los consumidores, supone una ayuda para la industria, ya que permite mejorar la imagen de marca y alargar la vida útil de los productos perecederos combatiendo, a la vez, el desperdicio alimentario, otro de los grandes desafíos del sector.

  • Oscillum Biotechnology ha creado una tecnología para conocer el estado de un producto. 

Centrada en el desarrollo de etiquetado inteligente y promovida por EIT FAN Accelerator, Oscillum, que se emplaza en el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha ido extendiendo el uso de su tecnología a otros sectores, como el de la cosmética o la farmacia, añadiéndoles un extra de seguridad. Actualmente, la empresa cuenta con dos líneas de producto principales: Addvibe, que corresponde a los biosensores de las etiquetas, y Stiint, donde desarrollan otros subproductos de tecnología de absorbentes. Dentro de esta última, y teniendo en cuenta que el estado de muchos productos degenera al romperse la cadena de frío, acaban de lanzar al mercado Stiint Shiro, un protector térmico que mantiene el producto hasta 14 ºC por debajo de la temperatura externa.

La startup, constituida en 2019 por Luis Chimeno, Pilar Granado y Pablo Sosa con el fin de «trasladar el conocimiento de la biotecnología a aplicaciones prácticas de alto valor en beneficio del conjunto de la sociedad y del planeta», en palabras de Chimeno, ha recibido numerosos reconocimientos, como el galardón de la categoría Industria 5.0 en la competición internacional de startups South Summit de 2023.

El agua y los microplásticos

Pero si no siempre es sencillo detectar el riesgo de contaminación en alimentos, la cosa se complica cuando hablamos de agua embotellada. Si bien el agua no caduca y se supone que proviene de instalaciones sanitarias sujetas a inspecciones regulares y no contiene aditivos que aceleren su deterioro, sí que, con el paso del tiempo, puede malograrse el envase, la mayoría de las veces fabricado con tereftalato de polietileno (PET) que podría liberar sustancias potencialmente nocivas para la salud. De aquí que la fecha de caducidad que aparece en las botellas de agua haga referencia a la degradación del envase y los tapones, no al contenido. El ojo humano puede ayudar a identificar aspectos como la turbidez, cambio de color o presencia de sedimentos en el fondo, técnica que dificultan los envases oscurecidos.

  • Ismael Olmedo, CEO de Captoplastic. 

La ingesta prolongada de microplásticos, mucho más presentes en el agua embotellada que en la del grifo, es uno de los riesgos asociados, acarreando posibles efectos en el sistema respiratorio, el nervioso, la microbiota intestinal y el sistema cardiovascular.

Para la detección, cuantificación y eliminación de microplásticos en el agua se creó en 2020 Captoplastic. Basada en tecnología a partir de una patente desarrollada en la Universidad Autónoma de Madrid y liderada actualmente por Ismael Olmedo, en el papel de CEO, la startup trabaja para reducir la contaminación plástica en el agua, tanto potable como residual e industrial. Su tecnología ha sido validada en distintos sectores industriales y entornos urbanos, mostrando una recuperación superior al 80% de los microplásticos sin generar residuos adicionales. Captoplastic ha sido reconocida este año en los premios EmprendeXXI como la empresa de base tecnológica más innovadora de la Comunidad de Madrid.

Otra solución para la ingesta segura del agua que está orientada al consumidor final es la que plantea la alicantina Ozeanic, que afirma haber creado la primera y única botella potabilizadora con ozono que existe en el mercado nacional e internacional. Se trata de una botella autolimpiable en tres minutos que elimina el 99,999% de virus, bacterias y otros patógenos, además de neutralizar el cloro, lo que permite asegurar agua potable y sostenible en cualquier lugar del mundo y en cualquier circunstancia, como las que se vivieron en la Dana del 29 de octubre en Valencia. Basta pulsar un botón que activa el mecanismo de desinfección para disfrutar de un agua apta para su consumo.

Asimismo, teniendo en cuenta que una persona usa de media tres botellines de 500 ml de agua a la semana, Ozeanic consigue ahorrar al año 5,69 kilos de plástico de un solo uso. El equipo, liderado por José Ramón Campos, obtuvo también la patente en Estados Unidos. La idea nació de una necesidad real y personal, después de que un hijo de José Ramón Campos enfermase con gastroenteritis y el médico le recomendase que bebiera agua ozonizada para evitar volver a enfermar.

  • Ozeanic afirma haber creado la primera y única botella potabilizadora con ozono. 

Tecnología inclusiva

NaviLens es una tecnología que facilita el a la información de los productos, incluyendo la seguridad alimentaria, a personas con discapacidad visual. Permite escanear etiquetas con un código colorido que, al ser reconocido por la aplicación NaviLens, proporciona información del producto en audio, incluyendo ingredientes, información nutricional y alergias.

«NaviLens surge de la colaboración de la empresa Nuevos Sistemas Tecnológicos con la Universidad de Alicante. Tras varios proyectos sociales, orientados a la ayuda de las personas con discapacidad visual, se llegó a la conclusión de que había que encontrar un sistema que no necesitase de hardware externo más allá del propio dispositivo móvil. Se pensó en utilizar algún tipo de código a modo de señalética y la cámara del móvil emulando el ojo humano para ayudar a las personas con discapacidad visual a orientarse en entornos desconocidos», explica Javier Pita Lozano, CEO y fundador.

La primera aplicación de los códigos NaviLens fue para el sistema del transporte público, estando ya implantado en más de 180 países de los cinco continentes, incluidos el metro de Nueva York, el de Singapur o el de Melbourne. Los códigos saltaron luego a los productos de consumo, estando en marcas como Kellogg’s, Procter and Gamble, Grupo Bimbo, Coca-Cola, Nestlé, El Pozo Alimentación o Nivea, entre muchas otras. La empresa, de origen murciano, cuenta con una filial en Estados Unidos y ya se ha convertido en un caso de éxito.

  • Equipo de NaviLens. 

Análisis de datos

Sequentia Biotech, por su parte, es una empresa de bioinformática radicada en Barcelona que se especializa en la búsqueda de soluciones tecnológicas de vanguardia en los ámbitos biomédico, agroindustrial y de investigación. Lo suyo son los datos ómicos, un campo de estudio que busca comprender la totalidad de los componentes biológicos de un organismo.

La oportunidad de negocio la vieron los doctores de origen italiano Walter Sanseverino y Riccardo Aiese Cigliano en 2013. Durante los años precedentes, habían crecido de forma exponencial las ciencias ómicas aumentando la capacidad de leer el ADN de los seres vivos. El resultado era una ingente cantidad de datos relacionados con el cambio climático, la biodiversidad, presencia de patógenos multirresistentes, la seguridad alimentaria y muchos otros procesos biológicos que, pese a estar cada vez más documentados, éramos incapaces de comprender por la falta de integración de estos datos. Poner orden en toda esta confusión es lo que se propusieron al fundar Sequentia Biotech.

En cada una de estas verticales han ido desarrollando software. En el caso concreto del sector alimentario, han configurado una plataforma capaz de detectar el fraude alimentario, es decir, garantizar que lo que estamos pagando como ternera es 100% ternera; o para la seguridad alimentaria, averiguando la presencia de patógenos, aprovechando que «los contaminantes difíciles de detectar o de baja cantidad se pueden identificar mejor mediante la metagenómica». Aseguran, asimismo, que «los procesos de fabricación que involucran bacterias se pueden mejorar mediante la identificación y la ingeniería de cepas basadas en la ómica».

* Este artículo se publicó originalmente en el número 127 (junio 2025) de la revista Plaza

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