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Cine

El cine de los Nebot Sanchis

La pasión por el cine de José Nebot Chornet le llevó a acomodar una sala en su propia residencia en la que, gracias a sus os, proyectó estrenos antes incluso que los cines de la ciudad. Una afición que le llevó a entrar en el accionariado y empresariado de varios cines de las localidades de Carcaixent y Algemesí. Hoy, la Filmoteca custodia los rollos de celuloide que fue adquiriendo a lo largo de años

  • Sesión de cine en la residencia de José Nebot Chornet.

Al leer por primera vez El camino inverso (2008) de Alfonso Maldonado me llevé una pequeña decepción. La obra, prolífica en su contenido, realizaba un tour por la València guerracivilista hasta la recién parida y ansiada democracia. El autor, con un lenguaje sencillo, analizaba los hechos y pasos que marcaron el activismo político de su abuelo.

Yo había escuchado citar en casa ese apellido en repetidas ocasiones. Joaquín Maldonado había sido rival directo de mi abuelo, José Nebot Chornet. Ambos ejercieron durante varias décadas, con buen hacer, la labor de corredor de comercio, en una ciudad amplificada por el arquitecto Javier Goerlich.

Maldonado, con una agenda más política y social. Nebot, por el contrario, más clerical y altruista. En la novela no aparecería ninguna mención hacia él, y sí, a otros compañeros de profesión.

De José Nebot solo mantengo vivo el recuerdo de verlo postrado, enfermo, en un sillón apeado a una salita de la casa que descubrí en el carrer de Pérez Bayer, escondite en el que solíamos jugar todos los primos el día de Nadal, una vez nos habían estrenado tíos y abuelos.

No es menester rehabilitar la figura de mi abuelo. No ha dado pie a ello. Ni fue fusilado. Ni condecorado. En cambio he de desmontar que el mito del culto al cine sea solo patrimonio de un bando. Existe o ha existido un sector de la derecha regional valenciana, ilustrada, amante del séptimo arte.

La familia Casanova o los Tŕenor, fundadores estos últimos de Cifesa, la compañía cinematográfica valenciana más importante en el territorio español durante varias décadas en el siglo pasado, son apellidos relevantes en una ciudad que apostaba encarecidamente por el desarrollo del cine.

Jugar en casa ha sido un revulsivo para reconstruir un relato de difusión local y de ámbito familiar. Una generación de por medio mantiene viva la llama del recuerdo. Fue fácil tirar de la agenda de os, tecleando los números de teléfono de Vicente y Nacho, hermanos de mi padre, o el de Luis Antonio Viana, el octavo hijo, o lo que es lo mismo en el fútbol, el papel realizado por un falso delantero.

  • José Nebot Chornet y Dolores Sanchis. -

Tras recabar todos los testimonios y lecturas posibles no saqué conclusión alguna de la pasión de mi abuelo por el cine. Recuerdo comentar a mi padre, en una de sus múltiples vivencias, que solían pasar algunos días de vacaciones en el Balneario de Cofrentes junto a la familia Casanova, propietarios de Cifesa. Dicho pasatiempo no fue motivo para aventurarme a tal cruzada.

José Nebot: corredor de comercio

José Nebot Chornet (1908), natural de L’Alcudia de Carlet, contrajo matrimonio, años antes de iniciarse la Guerra Civil española, con Dolores Sanchis Peña. El matrimonio daría luz a siete hijos (Pepe, Manolo, Dolores, Toni, Vicente, Nacho y Rosario) pernoctando en un piso de la calle Serranos y, años después, sobre la década de los cincuenta, en la calle de Pérez Bayer, número 9.

Tras sortear con éxito las duras pruebas de la oposición a corredor de comercio, José Nebot haría carrera estableciéndose en el municipio de Alcoy. Si bien, con anterioridad, había renunciado a la plaza obtenida en Palma de Mallorca y, gracias a esa hábil jugada de ajedrez, acabó fijando el despacho profesional en la calle Don Juan de Austria, número 9 de València.

Calle Serranos: el inicio de los documentales

No pudo ser de otra singular manera la puesta en escena en el comedor de la casa, espacio natural habilitado, que sin sonido y con una máquina de ocho milímetros que proyectara los primeros documentales de paisajes, excursiones o viajes rodeados de gran expectación, ante un público familiar y extendido a las amistades más cercanas a finales de los años cuarenta.

En un principio, los domingos fueron las jornadas destinadas a las sesiones vespertinas cinematográficas sujetas a una clandestinidad condicionada. Luis Antonio Viana narra cómo la Diputación de València compraría el edificio, motivando el traslado de toda la familia a la céntrica calle de Pérez Bayer. La familia crecía. El cine se afianzaba.

Pérez Bayer: el cine en casa

En la flamante morada, y siempre entre comillas, vendría la profesionalidad por parte de José Nebot, que adquiriría, gracias a sus os, una nueva máquina de dieciséis milímetros con sonido. La nueva vivienda era amplia y estaba bien dotada con un salón comedor que le permitió vestirlo con una buena pantalla, bancos y butacas.

  • José Nebot en el homenaje de la Congregación a la Purísima, en el salón del Gremio de Horneros, en mayo de 1951. -

Luis Antonio, ‘el octavo hijo’, fue el encargado de ayudarle con el montaje y la parafernalia del celuloide. Se emociona al recordar, siendo un adolescente, el pase del documental del Ascenso al Everest. Fue alucinante.

Nacho Nebot, uno de sus hijos, traumatólogo de profesión, refresca cómo echaba humo el teléfono los sábados. «¿Mañana hay cine?»,  era la parafraseada pregunta de los invitados al otro lado del teléfono.

En efecto, el largometraje El puente sobre el río Kwai (1958) se estrenaría antes que en las salas de relumbrón de la ciudad. Quizá fuera el pase con mayor asistencia de público que se recuerda, con un aforo superior a las cien personas, y se tuvo que adecuar un refuerzo para contener el peso de los forofos tras su paso por la casa.

Cada vez que se disponía a hacer un cambio de rollo de película se realizaba un pequeño receso, deteniéndose a merendar. Vicente Nebot, otro de sus hijos, catedrático de Secundaria, cuenta cómo sus compañeros del colegio El Pilar disfrutaban de unos elaborados bocadillos preparados por su madre. No solo los alumnos de la escuela eran asiduos, también lo fueron los propios curas que acudían una vez al año a los pases de temática religiosa. Marcelino, pan y vino (1955) contó con la visita especial del flamante arzobispo de la ciudad, Marcelino Olaechea, entre otras destacadas figuras del clero que peregrinaron por Pérez Bayer. Ese día también estuvo arropado por muchos de los padres marianistas, en un tiempo en el que varios de los hijos de Nebot cursaban los estudios en el colegio de El Pilar.

Las adquisiciones del cine Moderno (Algemesí) y Roma (Carcaixent)

La actividad profesional de José Nebot le permitió vivir cómodamente, abriendo un abanico de posibilidades en el ámbito profesional. Reconvertido a empresario, liberó parte de sus ahorros con el fin de verlos crecer en el mundo audiovisual o en el cítrico. Dos sectores pujantes, en alza, y consolidados en la sociedad valenciana. El primero, lo conocía de manera amateur, como un simple y romántico aficionado. Del segundo, se dejaría asesorar por su socio, Vicente Martínez, natural de Algemesí, implicándole en la compra de huertos de cultivos de naranjas. También Vicente Martínez le asesoró a la hora de hacerse con la sala Roma de Carcaixent, el cine más avanzado del municipio. Y en la localidad de Algemesí participaría en sociedad en el cine Moderno.

  • Familia Nebot Sanchis. -

Los sesenta: el dorado

La década de los sesenta fue la etapa dorada del cine en casa de los Nebot Sanchis. Los estrenos. Las visitas de actores. La cita con la censura. La gran cantidad de clientes que le proporcionaba el despacho de José Nebot le permitió extender sus os profesionales hasta incluso en la embajada inglesa. Muestra de ello es que se proyectaría por primera vez en València el documental de la Coronación de Isabel II.

La familia Trapp (1956), El tigre de Esnapur (1959), La tumba india (1959), Peter Pan (1953) o La hechicera blanca (1953) fueron títulos de una cartelera provista de estrenos ante la estrecha y lapidaria mirada de la censura que aprovechaba las jornadas para realizar el trabajo censor. A priori, casi todos los filmes se los facilitaba el señor Higón o la compañía Century Fox.

Expectación máxima ante el pase de La coronación de la Virgen de los Desamparados

La ferviente religiosidad de los Nebot Sanchis fue un pilar que les acompañaría en sus vidas, motivando incluso alguna visita privada a la Santa Sede. Las películas de temática religiosa cubrirían algunos de los estrenos más llamativos, en un momento en que el nacionalcatolicismo guiaba la moral de un país gobernado por una dictadura en coalición con el clero.

La devoción hacia la Mare de Déu, patrona de la ciudad de València, motivaría a Nebot a adquirir el rollo de la película de La coronación a la Virgen de los Desamparados, grabada en 1923. La expectación en Pérez Bayer fue máxima para muchos de los asistentes, y contó con la visita especial del, por aquel entonces, arzobispo Olaechea y parte de su curia.

Este religioso, popularmente conocido por Marcelino el tombolero, se ganó a pulso la antipatía de una parte del censo fallero por intentar reubicar la fiesta fallera en el Primero de Mayo. El intento fue fallido. No prosperando. Es conocido que en el calendario existen dos fechas señaladas para celebrar el santoral del padre de Cristo. El José carpintero (19 de marzo) y el José obrero (1 de mayo).

  • Fotogramas de La coronación de la Virgen de los Desamparados, proyectada en la casa de los Nebot. -

Aquel movimiento de fechas, excusándose del principal leitmotiv que no era otro que la no coincidencia del inicio de la Cuaresma con los guateques y fiestas de postín celebradas en las salas y carpas durante la fiesta josefina, le costaría una amarga pintada en las inmediaciones del palacio del Arzobispado: Marcelino el tombolero no quiere ser fallero.

Dicha película, que hace dos años cumplió su centenario, es una de las piezas más codiciadas entre los valencianos por su alto valor histórico en la industria cinéfila y por el fervor que se mantiene a la virgen de los Desamparados.

Pase privado al actor Arturo Fernández

Una de las anécdotas más celebradas en Pérez Bayer fue el pase privado que José Nebot realizó con motivo del estreno en el teatro Principal de la obra Dulce pájaro de juventud, con Arturo Fernández y Amelia de la Torre como protagonistas. El actor español no quiso perderse la película recién estrenada para adentrarse en los detalles de la interpretación y en el papel de su personaje, que en la película interpretaba el actor norteamericano Paul Newman.

La cinta fue clasificada por la férrea censura como 3R, privando a sus hijos de la asistencia. El comedor quedaría protegido y cerrado a cal y canto exclusivamente para los invitados. La benevolencia de Dolores Sanchis, esposa de Nebot, acabaría por retirar el pestillo para que los hijos mayores del matrimonio pudieran soñar con ver de cerca a sus héroes en carne y hueso.

La aparición del cinemascope

Con la revolución del cinemascope en las pantallas, José Nebot decidió ir clausurando la incansable y benéfica labor cinéfila. Aunque antes, sin desfallecer en ningún momento, se le ocurriría la brillante idea de utilizar sábanas con el fin de no ver afectada la calidad de las imágenes durante los pases.

Dominado por un cansancio dominical, José Nebot decidiría no invertir más en máquinas de proyección. La cabina creada en el tramo final del comedor,  franqueada por una pequeña ventanita, que, en determinados momentos, se cubría por las cálidas imágenes de un beso y, ante el enfado general, bajó el telón.

En 1979, José Nebot Chornet fallecía arropado por los suyos en su lecho de Pérez Bayer. Tras su muerte le acompañaron las desinversiones. La sala Roma fue liquidada a una constructora y las participaciones en el Cine Moderno fueron vendidas.

  • Lata de una de las películas del Socorro Rojo Internacional. -

La Filmoteca: la gran benefactora de su legado

Pasarían más de diez de años después de su muerte para que su hijo Vicente, representando a la familia, firmara el contrato con la Filmoteca de la Generalitat para que dicha entidad pública se hiciera cargo de la conservación y gestionara el uso de las películas, políticamente incorrectas, que fue coleccionando a lo largo de los años.

Entre ellas había títulos de un valor histórico incalculable como La defensa de Madrid (1936) o La obra del fascismo (1936), producciones del Socorro Rojo Internacional (SRI). Testimonios que fueron utilizados, años más tarde, para el documental Abanico rojo, dirigido por Pedro Ortuño en el año 1996.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 126 (mayo 2025) de la revista Plaza

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