VALÈNCIA. Algo que siempre me llamó la atención de la gente mayor de mi generación (la X) y de la anterior era su interés por lo sobrenatural. Era algo frecuente cuando escribían artículos, una temática que siempre solía caer. Comentándolo con un amigo, me sacó de dudas. Me explicó que era la generación marcada por programas como Más allá, que en los años del público cautivo, tuvieron un enorme impacto.
Pensaba yo en ello esta semana cuando he visto a Iker Jiménez triunfar por todo lo alto en ese congreso distópico de criptobros fascistoides celebrado en Madrid hace una semana. Un tipo que empezó haciendo un fanzine sobre fenómenos paranormales y que tenía un programa en Radio Enlace, la emisora comunitaria del madrileño barrio de Hortaleza –hostigada sin piedad hoy por el concejal del distrito- y lo mismo en unos años acaba siendo ministro de un gobierno con el típico payaso prorruso al frente.
Es gracioso, porque en la década de los 10 los jóvenes que se incorporaban a la política, y otros no tan jóvenes que iban detrás viendo su momento, recurrieron mucho al “nos ocultan cosas”, “no es como te lo cuentan”, “hay versiones alternativas”, etc… para explicar la historia contemporánea del país y, sin embargo, al final ha sido un profesional de ese ramo el que se ha llevado el gato al agua. Iker Jiménez triunfa entre las audiencias, marca agenda política entre su público y su perfil, como digo, va tomando relieve. No sería disparatado que acabe de ministro de Educación. Es lo que tiene promover el uso de atajos para llegar a la meta, que al final ganan los que saben correr campo a través.

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Según la Wikipedia, la carrera del presentador de Cuarto Milenio comenzó cuando Fernando Jiménez del Oso apreció su talento para inventarse cosas y dar pábulo a invenciones que no se pueden demostrar y le puso a rellenar las páginas de la revista Enigma en 1995. Siempre hemos tendido a mofarnos de este género periodístico aparecido –oh, sorpresa- en Estados Unidos a mediados del siglo XX. El fenómeno OVNI tiene orígenes multifactoriales, pero el denominador común es la alienación y las necesidades emocionales que satisface. Querer creer que hay algo más que esto, porque esto, o tú mismo, te resulta insoportable.
Bien podría esta gente haber cogido en el kiosco la revista Clima y haber ado con otros semejantes ansiosos por encontrar experiencias que les saquen de la rutina, pero no. Cogían el Más Allá o Enigmas y se dejaban calentar la cabeza con sus historietas. Y digo que nos reíamos, pero luego, en la radio, programas como Mundo Misterioso de Radio Voz, o Espacio en Blanco, que sigue todavía en Radio Nacional con dinero público, tenían unas audiencias sólidas como rocas. Como adolescente noctámbulo, yo los escuchaba para partirme de risa, pero ahí detrás había gente con la oreja pegada muy lejos de estar bromeando.
Prueba de ello es que Iker Jiménez fue reclutado nada menos que por la Cadena Ser, que no quiso quedarse sin su parte de este pastel, aunque se trate de difundir información que, por definición, es engañosa, cuando no falsa envuelta en un falso escepticismo. Sus historietas luego llegaron a la televisión y hoy ha conseguido mantenerse mutando el contenido del programa a las nuevas sensibilidades de nuestro tiempo entre ese tipo de público con necesidades emocionales: fascismo ruso, narrativas ultraderechistas, negacionismo climático, misoginia, etc…
En resumen, el viejo truco de apelar a “te están robando el Edén a escondidas y tú, que eres listo como nosotros, te estás dando cuenta”. Es todo más o menos lo mismo, pero en mi opinión, antes que las veleidades ultras, era más edificante editar psicofonías para ilusionar a radioyentes despiertos a las cuatro de la mañana con que, cuando te mueres, no despareces, sino que vas a otra dimensión donde se conversa dicharacheramente con auto-tune, un estadio absurdo pero mucho mejor que el vacío cósmico incomprensible de la no existencia.
Dicho todo esto, merece la pena darse un paseo por el archivo de TVE y ponerse unos Más allá para entender los orígenes del fenómeno y las técnicas de comunicación del periodismo de las no noticias, es decir, analizar y explicar profusamente lo que no ha ocurrido, que tiene mérito.
En el primer click, tenemos a Jiménez del Oso con su cigarro comentando que para sondear el futuro hay métodos “controvertidos”, pero también algunos “acreditados por la experiencia”. Dos especialistas en Astrología, uno de Madrid y otro de Barcelona, para no discutir, van a anticipar lo que ocurrirá el próximo año. El catalán, don Joaquim Teixidor, asegura que sus métodos son completamente científicos y permiten detectar previsiones sobre nuestra existencia. “Para ver qué va a pasar en un país, nos basamos en el parto de un país, en el caso de España, cuando los Reyes Católicos instituyeron la unidad española”, dice. Pero lamentablemente no puede adelantar qué va a pasar en 1979 porque: “no lo he preparado”.

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Sin embargo, sobre la Constitución de 1978, dice que es fácil adivinar su futuro porque tenemos la fecha de la fecundación y del parto. Como la cuestión se cerró a las ocho de la tarde, tiene un buen futuro, explica, pero si hubiese sido a las nueve de la noche, la cuestión cambiaba completamente. Su predicción era que económicamente veía señales “muy positivas”. Decía que había un “trígono entre Neptuno y Júpiter; Júpiter situado en un sector dos, el concerniente al erario público, la parte digámosle económica, está ciertamente muy bien [inaudible] con Neptuno, que son los dos elementos que realmente pueden dar un realce a estas cuestiones económicas”. Y así fue, solo que al revés, en 1979 lo que llegó fue la segunda crisis del petróleo.
Siguiendo el terreno de las predicciones, en el programa en el que se hicieron las de 1981, ya estaban escarmentado Jiménez del Oso y hablaba de época angustiosa en toda la humanidad y preguntaba qué cosas malas iban a suceder, porque buenas le parecía imposible. La pareja de astrólogos era una madre y su hijo, María dolores de Pablos y José Luis San Miguel de Pablos. El retoño comenta que los planetas se están concentrando mucho, lo que explica la revolución iraní, la cual, claro, se había producido dos años antes, cuando en el mismo programa hablaban de lo bien que iba a ir todo. Sobre el futuro, dijo: “El caso de nuestro país se engloba bastante en el conjunto mundial (…) España está regida por el signo de Sagitario (…) está inmerso en cambios que van a afectar a toda la civilización”. Lo importante era Estados Unidos, que cada vez que estaba bajo la influencia de Urano “pasan cosas”.
El programa se estaba emitiendo el 28 de diciembre de 1980, día de los inocentes, pero este joven insistía “Reagan ha sido elegido en una situación muy especial del cielo (…) se espera una presidencia muy conflictiva, aquí hay amenazas, crisis que abarquen el campo militar, una crisis energética con una intervención militar parcial”. Había empezado hablando de magnicidios e iba bien, porque se atentó contra Reagan en marzo de ese año, pero el único augurio que se le ocurrió fue decir que “la Tercera Guerra Mundial es posible, no la da como seguro, pero da como cierto una crisis de civilización”.
El elefante en la habitación era “la carta de cero Aries”, que era “muy conflictiva” y “como mínimo, vamos a tener algún susto grave, pero sobrevivir, sobreviviremos”. Dos meses después fue el 23F, forzando la máquina podría valer como previsión. En fin, el futuro es inocuo, pero en los programas sobre curanderos se decían unas tonterías sin freno que a más de uno debieron costarle mucho dinero. Ahora Iker Jiménez viene patrocinado por las criptomonedas, un sistema volátil como pocos, sin regular, pasto de esquemas piramidales y proyectos fraudulentos de toda clase y mecanismo ideal para el lavado de dinero. La panacea, pero para los que se lucran con ella.

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