Teatro y danza

UNA PIEZA DE MIGRO DANZA

'Padre nuestro' denuncia las terapias de conversión a través de la figura de Lorca

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VALÈNCIA. “En 1936, Federico García Lorca fue asesinado por el ejército golpista. Por rojo y por maricón. Seguramente lo que más les dolió es que fuera maricón porque el izquierdismo, para un terrateniente, aún puede corregirse”. Esta es la premisa de la que parte la pieza de danza Padre nuestro, una coproducción de Migro Danza y Yapadú Produccions que trae a Lorca al presente para reflexionar sobre las terapias de conversión. Una obra de teatro dirigida por Edu Migro, con asesoría coreográfica de Ana Luján, con la dramaturgia de Javier Sahuquillo y con Raúl Lledó sobre el escenario acompañando a Migro en la que se habla de la homosexualidad sin tapujos. Esta creación nace fruto del programa de residencias de la Carme Teatre y con la colaboración de Espai la Granja y Artea LAB y que podrá verse del 12 al 21 de junio en Carme Teatre.

Para Migro esta pieza nace con el incentivo de hablar sobre lo que significaba ser homosexual en España, inspirado por la terrible noticia de las terapias de conversión que volvieron a cobrar popularidad hace apenas unos años. En pleno 2024 se le encendió la bombilla para enlazar la historia de Lorca con estas terapias “terribles” que daban sentido a su lucha. “Son ideas que se enlazan y se ordenan para hablar de una España que no ha cambiado tanto a lo largo de los años”, explica el director y actor de la obra. Junto a él, el dramaturgo explica que este símil les sirve para hablar de la comunidad LGBTI a través del teatro, evocando a la danza, el teatro y con los textos que les sirven para hacer crítica social sobre las tablas.

“Empleamos todos los recursos disponibles para generar una narrativa que va desde lo más literal hasta la mezcla de imágenes de lo que es más masculino o más femenino, mientras fantaseamos con la relación entre Lorca y el joven albaceteño Juan Ramírez de Lucas, el último amor del poeta y el inspirador de los Sonetos del Amor Oscuro. Federico y Juan, o Juanito, como lo llamaba el poeta, planeaban huir a México, pero siendo Juan menor de edad (19 años) necesitaba el permiso paterno para abandonar el país, así que fue a Albacete, mientras Lorca lo esperaba en Granada”. Lorca fue asesinado el 18 de julio de 1936 mientras esperaba a Juan, quién guardó en secreto su sexualidad, hasta su muerte (2010). Esta historia de amor y muerte se enlaza con el presente y plantea una crónica de la homosexualidad en España a través de la danza Padre nuestro, lejos de buscar reflejar la biografía del poeta y autor al uso, pretende generar un escenario en el que el público pueda plantearse nuevas preguntas sobre su vida.

La emocionalidad de la obra, tal y como lo contempla Lledó, se puede sentir a través del proceso de “investigación corporal” que trabaja junto a Migro sobre escena. “Trabajamos con el cuerpo y nos enfrentamos en escena, de ahí surgen imágenes nuevas que nos llevan a evocar posibles sucesos de la vida de Lorca mientras jugamos con un factor onírico de su historia y su pasado”, explica Sahuquillo sobre su representación. “Hablamos de lo oculto y de estos personajes que viven en el mundo de las imágenes, lo metafórico y del surrealismo”. 

 

Con todos estos ingredientes, gracias a la danza, el teatro y la poesía Migro y Lledó se suben al escenario para bailarle y cantarle a un Lorca que ve una España que no progresa tanto como él habría imaginado y a un público que gracias a la lectura y a haber avanzado le comprende a través de esta crítica. 

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