Teatro y danza

Una travesía a lomos de ballenas hacia la tragedia de la migración

Espacio Inestable estrena '4200 km', una obra de dramaturgia coral que reconstruye poéticamente la desaparición real de un cayuco con 25 personas en el Atlántico

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VALÈNCIA. Hay una ballena que canta sola. Su frecuencia, de 52 hertzios, no coincide con la de sus congéneres. Ningún otro individuo de su especie la entiende. Se la conoce como la ballena 52, y en el campo de la psicología se la usa como símbolo del síndrome de la soledad. Para el equipo creativo de Teatro de lo Inestable, esta figura marina y marginada se convirtió en la metáfora perfecta de un cayuco a la deriva con 25 tripulantes a bordo en 2024, del que parte la nueva obra que la compañía sube a escena del 13 al 15 de junio, 4200 km.
 

Esa embarcación real zarpó de Mauritania rumbo a Canarias y, 90 días después, apareció en la costa de Brasil, con solo nueve cadáveres en su interior. A partir de esa noticia, los dramaturgos de la pieza, las chilenas Patricia Michele Cabrera y Andrea Consuelo Pereda, la uruguaya Noel Rosas y los valencianos Arantxa Cortés y Jacobo Pallarés, se preguntaron qué pasó durante esos tres meses en alta mar. Esa grieta en el relato les permitió ficcionar desde lo poético y lo político. En su dramaturgia colaborativa, construida a partir de diferentes residencias creativas entre Europa y Latinoamérica, apareció la ballena 52. Solitaria, ininteligible, igual que ese cayuco perdido y solitario.  
 

La obra se integra dentro de una serie de espectáculos que Pallarés ha venido desarrollando desde 2021, centrados en la idea del viaje como desplazamiento forzado y como metáfora de la búsqueda. Si con El rastro de aquella noche y la trilogía sobre La Odisea se trabajó la épica del tránsito, aquí, no hay Ulises, regreso ni gloria. 
 

Una dramaturgia coral, contaminada y transoceánica
 

4200 km no es solo una obra de teatro: es también una novela y un proceso de escritura transcontinental. En la escritura participaron cinco voces. El proceso arrancó en julio de 2024.
 

“Ha sido una dramaturgia por contagio”, comenta Pallarés. “Cada autora trajo historias de su territorio, migraciones de norte a sur, de Haití a Chile, de Venezuela a Argentina. Se cruzaron con las de África a Europa. Fue complejo, porque cuando abres el dique a tantas voces, también saltan todas las murallas que habías construido”. El resultado ha sido una novela-río que tuvieron que destilar y concentrar para llevar a escena.
 

En las tablas, el relato se articula a través de una figura ficticia: N. Albelda, quien ha dejado atrás un móvil a partir de cuyos archivos se reconstruyen el lapso de días sin rumbo del cayuco extraviado. A través de su móvil, los actores manipulan en escena, se muestran archivos y fragmentos de diario, que conectan con cada uno de los capítulos del montaje. El teléfono se convierte en dispositivo narrativo, apoyado por una videocámara que lo proyecta y lo expande en el espacio escénico.


 

Una escenografía de papel, cuerdas y cantos guturales
 

El montaje renuncia a la frontalidad teatral convencional. El público se sitúa a ambos lados de una mesa central, donde los intérpretes –Victoria Mínguez, Juan Andrés González, Nuria Albelda y Jacobo Pallarés– manipulan barcos de papel, hilos, poleas y objetos simbólicos que representan el cayuco y sus ocupantes. La escenografía se eleva por encima de sus cabezas: una red de tuberías, cuerdas y poleas construye el paisaje de fondo.
 

“Hemos pasado de las miniaturas a la escenografía simbólica de los barquitos de papel”, detalla Pallarés. “Hay origami, barcos suspendidos, anzuelos... El espectador, al no tener una única perspectiva, ve espaldas, ve caras, ve cayucos de papel a diferentes escalas y el trabajo audiovisual con la videocámara”. Al resultado final colaboran los Reyes del mambo en el trabajo de la escenografía y Aurora Diago en el apartado audiovisual.

A ese universo visual se suma una cuidada dimensión sonora. Juan Andrés González, colaborador habitual de la compañía, compone la música a partir del canto real de los cetáceos, incorporando canciones interpretadas a capela por los actores. “Hay tres temas en valenciano, muy íntimos, casi confesionales, que se cantan con voz gutural”, cuenta Pallarés. 

 

Mitos y memorias migrantes
 

La obra se mueve entre la mitología y la actualidad. Si bien se intuye la referencia bíblica de Jonás y la ballena, la inspiración más poderosa proviene de Moby Dick y de cuentos latinoamericanos como el de la Isla Mocha, en Chile, donde se cree que habitan cetáceos gigantes y fantásticos. “Las ballenas, aquí, salvan a los niños del cayuco. No es real. Lo sabemos”, observa Pallarés, quien imprime poesía a la tragedia con la presencia de estos animales.
 

Las biólogas marinas de la novela son alter ego de las autoras. El espectáculo, no obstante, se centra en una, la bióloga Sepúlveda, avatar de Patricia Cabrera, que narra un conflicto migratorio en su territorio. Así, las capas narrativas se superponen: el móvil de N. Albelda contiene los archivos, los actores reconstruyen desde la imagen y el público observa desde una mirada fragmentada.
 

La intención, comparte Pallarés, es distraer al espectador para que, al final, el foco se coloque sobre lo esencial. “Lo importante no es la ballena. No es la bióloga. Es ese cayuco. Ese cayuco que salió de Mauritania y se perdió en el Atlántico, y que sigue perdiéndose, una y otra vez. Como recientemente, frente a Gran Canaria”, afirma el director.
 

Una gira internacional comprometida
 

El proyecto incluye también una parte documental. El equipo mantuvo encuentros con inmigrantes reales llegados en cayuco, acogidos por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) de Sueca y Cullera. De esos encuentros surgieron testimonios estremecedores. “Una de las frases que más nos marcó fue: ‘meses después del viaje, todavía me despierto por la noche escuchando el mar”, relata el autor e intérprete.
 

4200 km no busca ofrecer respuestas, sino abrir preguntas incómodas sobre la representación de la migración, sobre quién tiene derecho a contarla, desde qué lugar y con qué lenguaje. 
 

El espectáculo nace con una proyección internacional inmediata: tras su estreno en Valencia, comenzará una gira de seis meses por Chile, Argentina, Uruguay, Portugal, Suiza y diferentes ciudades españolas. 

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