VALÈNCIA. El histórico apagón eléctrico que dejó sin suministro a gran parte de la península ibérica el pasado lunes no solo fue inédito por su magnitud, sino también por las preguntas que ha desatado sobre la robustez y resiliencia del sistema eléctrico español. En una nota publicada por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), el economista Diego Rodríguez ofrece un análisis preliminar para abordar las posibles causas del colapso y señala la necesidad de seguir apoyándose en la energía nuclear a pesar del calendario de cierres previstos enmarcados entre 2027 y 2035.
"Un análisis de este tipo debe partir de una enorme prudencia a la hora de tratar de identificar la causa (o causas) desencadenantes, aunque sea posible delinear con cautela algunas hipótesis más plausibles que otras", señala Rodríguez. Una situación generada debido a que, durante cinco segundos, desaparecieron súbitamente 15 gigawatios de la red eléctrica, el equivalente al 60% de la energía que se estaba consumiendo en ese momento.
El análisis se remonta a precedentes en sistemas insulares como Tenerife, donde apagones totales han ocurrido por pérdidas encadenadas de generación térmica, lo que desestabiliza la frecuencia del sistema eléctrico —que debe mantenerse muy próxima a 50 Hz— y activa protocolos automáticos de desconexión de demanda. "Si reponer el sistema en un pequeño sistema insular requirió más de siete horas, que se haya repuesto en menos de 12 horas en la península, mucho más grande y complejo, puede calificarse de exitoso", apunta Rodríguez.
Uno de los elementos críticos señalados es la falta de capacidad de generación síncrona —como la nuclear, hidráulica y de ciclo combinado— que aporta inercia al sistema, es decir, estabilidad automática frente a fluctuaciones de frecuencia. Ese lunes, según señala el documento, la generación nuclear estaba inusualmente baja: “3.384 MW, con solo cuatro grupos en operación y con carga reducida". Esta potencia representa menos de la mitad del máximo nuclear disponible (7.136 MW) y, según Rodríguez, no es un caso aislado. "Durante 2025, en más del 8% de los periodos de cuarto horario la generación nuclear ha sido inferior a 3.500 MW".
A ello se suma la duda sobre por qué no fueron suficientes los mecanismos de restauración del equilibrio que el Operador del Sistema (Red Eléctrica de España) activa automáticamente en estos casos. !Si el escenario es que, efectivamente, se ha producido una caída de algunos grupos térmicos que han originado un efecto en cascada en el sistema eléctrico peninsular la pregunta es cómo no han sido suficientes los mecanismos de restauración ya presentes en la operación del sistema y que hasta ahora han funcionado en multitud de incidencias de las que no somos conscientes porque no han tenido efectos en términos de pérdida del suministro", se pregunta Rodríguez, subrayando que esa será la cuestión clave que deberá resolver el operador con completo a los datos técnicos.
Aunque aún se desconoce la secuencia exacta de eventos, Rodríguez extrae algunas conclusiones sobre cómo reforzar la seguridad del suministro eléctrico. En primer lugar, urge acelerar el despliegue del almacenamiento, tanto hidráulico como en baterías, que sigue “marcado por la parálisis” debido a la falta de desarrollo del mecanismo de capacidad.
En segundo lugar, advierte sobre el riesgo de cerrar de forma prematura las centrales nucleares. “Este grave incidente muestra la necesidad de conservar firmeza en el sistema" y "alerta sobre los riesgos de un cierre temprano del parque nuclear”, en la que señala que este tipo de generación no solo aporta energía constante sino también estabilidad e inercia al sistema.
Por último, Rodríguez recuerda no cargar contra las renovables. "Se ha abierto la absurda carrera consistente en demonizar unas tecnologías de generación en favor de otras. No hay nadie sensato que no piense que el sistema debe integrar un porcentaje creciente de generación renovable, tanto por motivos medioambientales y de lucha contra el cambio climático como por motivos económicos y de reducción de la dependencia energética", apunta. Si bien destaca la necesidad de avanzar hacia una matriz energética más limpia, recuerda que “la seguridad de suministro tiene un coste” y que no basta con pensar en la sostenibilidad: la flexibilidad, la firmeza y la resiliencia son igualmente necesarias para un sistema seguro.