VALÈNCIA. En el corazón de la Comunitat Valenciana, late una historia que mezcla realidad, mito y devoción: es la Ruta del Grial, un recorrido cultural y místico que acoge sus últimas siete etapas en esta tierra y que culmina en la ciudad de València, donde se custodia el Santo Cáliz. Y es que la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena se ha convertido en un objeto sagrado envuelto en multitud de leyendas y misterios.
El Santo Cáliz ha sido datada en torno al s. I a. C o I d. C. Durante siglos, para mantenerlo a salvo, se fue trasladando de lugar en lugar, desde la antigua Roma hasta Hispania. El Papa Sixto II lo entregó a su diacono San Lorenzo que, para protegerlo, lo mandó a su tierra natal, Huesca. Allí estuvo durante siglos, resguardado en los Pirineos, en el Monasterio de San Juan de la Peña. En 1437, el rey Alfonso el Magnánimo decidió trasladarlo a la Catedral de Valencia, donde se custodia desde entonces. En 1916 fue colocado para su veneración en la Capilla del Santo Cáliz.
La Ruta del Grial recorre los lugares por donde pasó esta emblemática reliquia en su largo periplo hacia València. Un recorrido que ofrece mucho más que historia religiosa ya que atraviesa parajes naturales espectaculares, pueblos con encanto, castillos y monasterios que nos hablan de nuestro rico pasado. Desde el interior montañoso hasta la costa mediterránea, la ruta se divide siete etapas en su paso por la Comunitat Valenciana, en un total de 120 kilómetros cargados de cultura, historia, patrimonio arquitectónico, naturaleza, espiritualidad y tradiciones.
Además, este 2025 es un año especial ya que se celebra el tercer año jubilar del Santo Cáliz, que comenzará el último jueves de octubre. Desde ese momento, Valencia acogerá a todos los peregrinos que deseen obtener la indulgencia plenaria en cualquiera de sus templos jubilares, entre los que se encuentra la Catedral. Una ocasión excepcional que convierte este viaje en una experiencia aún más significativa para los creyentes.
La Ruta entra en la Comunitat Valenciana por el norte de la provincia de Castellón para recorrer comarcas cargadas de historia y de belleza natural en su camino hacia València: el Alto Palancia, la Serranía, el Camp del Turia y finalmente L ´Horta, hasta llegar a la capital. Atraviesa 18 municipios: Barracas, Caudiel, Jérica, Navajas, Altura, Segorbe, Soneja, Torres Torres, Algimia d’Alfara, Estivella, Gilet, Sagunto, el Puig de Santa Maria, Massamagrell, Alboraya y València, en siete etapas que pueden realizarse a pie, en bicicleta o incluso a caballo. Aunque parece que tiene más sentido recorrerlas caminando, al ritmo sosegado de nuestras piernas, tal y como hicieron los primeros peregrinos.

Arrancamos este apasionante recorrido en Barracas, a casi 1.000 metros de altitud, al pie de la Sierra de Javalambre. Cuenta la cultura Magnánimo y su séquito transportaban la reliquia hacia Valencia y pararon en las inmediaciones de la popular que el rey Alfonso V el fuente de San Pedro para recuperar fuerzas en su viaje. La ruta prosigue avanzando por el Camino Real, un camino milenario que fue una de las grandes vías de comunicación medievales entre Aragón y València. Atraviesa pueblos cargados de historia como Barracas, el Toro, Altura, Segorbe, Navajas, Estivella o Gilet, donde en muchos de ellos aún se conservan tramos del antiguo camino empedrado, ermitas o aljibes que recuerdan la relevancia de esta vía en el pasado.
La primera etapa de la Ruta nos llevará de Barracas a Caudiel, la segunda hasta Navajas, la tercera hasta Segorbe, la cuarta hasta Torres Torres, la quinta hasta Sagunto, la sexta hasta Alboraya y la séptima nos conducirá hasta València, hasta la Capilla del Santo Cáliz de la Catedral.

En el camino, además de irar la belleza natural del paisaje, encontraremos monumentos tan relevantes como la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista en Caudiel, el Museo Municipal de Jérica, la Cartuja de Vall de Crist en Altura, la Catedral Basílica de Segorbe y su Museo Catedralicio, el Castillo y el Circo romano de Sagunto, el Monasterio de Sancti Spiritu de Gilet o el Monasterio del Puig de Santa Marí, lugares donde nos empaparemos de historia y de belleza.
Culminaremos nuestro recorrido en la ciudad de València, donde podemos contemplar el Santo Grial en la Capilla del Santo Cáliz de la catedral.

Y ya que estamos en la capital del Turia, aprovecharemos para visitar otras joyas arquitectónicas como son los Jardines del Real, los frescos de la Iglesia de San Nicolás —la llamada Capilla Sixtina de València—, la Iglesia y el Palacio del Temple, la Iglesia del Corpus Christi, el Museo del Patriarca o el Museo de Bellas Artes.
Pero este es un viaje que también se saborea. Además del valor espiritual y cultural, la Ruta del Grial de la Comunitat Valenciana ofrece una experiencia gastronómica única. A lo largo del camino, los viajeros pueden disfrutar de una cocina rica en tradición, en productos locales y en recetas que expresan el alma de cada parte del territorio. Desde los aceites de oliva del Alto Palancia, los quesos artesanos y los embutidos del interior, hasta los arroces y los frutos de la huerta, o los dulces conventuales que aún se elaboran en muchos pueblos, cada parada es una oportunidad para recrear el paladar.

Recorrer la Ruta del Grial es en definitiva mucho más que caminar a través de la historia y del paisaje, es abrazar la hospitalidad de sus gentes, sentarse a compartir una buena mesa y vivir una experiencia plena.
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