Arte y fotografía

Isidoro Valcárcel Medina: "Estoy visceralmente en contra de la comodidad de la contemplación"

El artista inaugura en el IVAM 'El movimiento de la idea'

VALÈNCIA. Al museo se va a trabajar. Aunque se antoje como una idea un tanto inusual, esta es la petición del artista Isidoro Valcárcel Medina (Murcia, 1937), que quiere a un espectador activo, curioso, que repita y rompa el recorrido propuestouna, dos y tres veces. Que lea y cuestione. Un espectador que, en definitiva, sea parte del juego. Si no es así, no le interesa. “Estoy visceralmente en contra de la comodidad de la contemplación”. Así de rotundo se muestra el creador, que esta semana visita València para la inauguración de su nueva exposición, El movimiento de la idea, que abre sus puertas este jueves en el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM).

 

El murciano presenta un proyecto que ha sido producido para el propio museo, una muestra que incluye una serie inédita de obra gráfica formada por cuarenta hojas de papel semitransparente dibujadas a tinta por ambas caras y que tiene como principal leitmotiv la simetría. Tanto la realidad física como intelectual de la obra hace que quede clara esa “exigencia de que el espectador trabaje", pues "no es meramente un ejercicio de contemplación”, subrayó la directora del IVAM, Blanca de la Torre. “Isidoro crea un tipo de arte de provocación, pero de provocación pasiva […] La exposición pide a alguien que se pare a jugar”, añadió por su parte el comisario José Díaz Cuyás, en una presentación que también contó con Eduardo Olmeda, en representación de la Fundación Banco Sabadell, y Pilar Tébar, secretaria autonómica de Cultura.

 

Jugar o trabajar fueron algunos de los verbos que unos y otros repitieron durante la presentación de la exposición, palabras que hablan siempre de una acción, de un intercambio. Porque el proceso creativo empieza en el taller de Valcárcel pero no se completa hasta que los visitantes han recorrido la sala, una exposición que no se completa sin la complicidad -no siempre cómoda- del  espectador. “El espectador es fundamental. No en el sentido istrativo de la palabra sino en el sentido de una persona que está prestando atención a un trabajo que has hecho con la mejor intención del mundo […] El espectador que no se para [ante la obra] tres veces no me inquieta, pongo toda la atención en ese espectador que quiere participar del juego”, reflexionó el artista durante la presentación de la muestra. 

 

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El creador, que a lo largo de su trayectoria ha recibido reconocimientos tales como el Premio Nacional de Artes Plásticas o el Premio Velázquez de Artes Plásticas, habla con claridad sobre una experiencia artística en la que no cabe la pasividad o la falta de atención -incluso en esta época de sobreestimulación, incidió el comisario-, un diálogo que exige el esfuerzo del visitante. "Lo que no quiero es que el visitante de la exposición venga, mire y siga. Eso está muy bien, es muy cómodo, pero mi propósito no es ese".

 

Esta exigencia no es solo bidireccional, entre el artista y el visitante, pues también tiene que ver con el propio marco institucional en el que opera, una exigencia que incluso podría calificarse como antisistema en tanto en cuanto la istración, señala, va a la contra de esta visión. “Lamento meterme con la istración cultural, pero los esfuerzos no van en el sentido de simplificar la interpretación del movimiento sino de establecer una quietud, por así decirlo, que garantice la comprensión y la aceptación del movimiento. Ese movimiento [en el que] cuanto más quieto mejor no me interesa”.

 

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Situar su producción en esta particular mirada es indispensable para abordar una carrera y un recorrido que quiere provocar en ese ahora, en ese presente, a partir de una obra profundamente contemporánea y que, al mismo tiempo, aborda una cuestión clásica como es la de la simetría. Lo hace a través de cuarenta piezas o “ejercicios”, cuarenta hojas que están dibujadas por ambas caras, por lo que uno afecta al otro, turnándose el protagonismo dependiendo de la posición del espectador.

 

A estos dibujos los acompaña un título y una breve descripción con la que el artista invita al público a comprobar si puede percibir los juegos, más o menos esquivos, de la simetría, un texto que puede parecer que ocupa poco espacio en comparación con la obra gráfica pero cuyo "espíritu" es indispensable para la percepción de la pieza. Antes de zambullirnos en al muestra, un último mensaje de Isidoro Valcárcel Medina: "Yo sé que esta exposición es incómoda de ver. Pero bueno, pues se aguanta usted".

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