Opinión

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Divinas palabras

Todos los eunucos del presidente

No hay poder sin discurso. El gobernante necesita una corte de escribas. Seré uno de ellos. Me dedicaré a embellecer la fea realidad, a confundir a mis compatriotas pervirtiendo el lenguaje. La suerte me sonríe. Estoy ante la oportunidad de mi vida

Publicado: 26/05/2025 ·06:00
Actualizado: 26/05/2025 · 06:00
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Por fin he salido del agujero. Un amigo movió los hilos para colocarme de asesor del presidente. Como currículo ha bastado con acreditar que me tuiteo con Bob Pop, y que tengo un tío de la UGT en Granada. La próxima semana dejo el cuartucho por el que pago seiscientos euros en el barrio de Carabanchel.

Para mí es un honor trabajar para el puto amo. Un honor y una bicoca. Ochenta mil euros de sueldo al año. No está nada mal para los tiempos que corren. Y no creo que me vaya a matar trabajando. Quieren gente con talento —y lo tengo, qué duda cabe—, hombres y mujeres brillantes que manoseen el lenguaje para ocultar la fea realidad.

Nos conocen por los eunucos del presidente. Todos hemos sido castrados de cualquier tentación de bondad y compasión por el prójimo. Servimos al Mal. Nuestro cometido es apuntalar un régimen sostenido en la mentira y el miedo. Estamos cerca de conseguirlo. Hemos acelerado la historia de España en estos siete años. Tenemos un plan ejecutado por fases. No hay nada ni nadie que nos frene. ¿La oposición? ¿Qué oposición? ¿Os referís al vejestorio gallego que aún piensa que la política es un pacto de caballeros?

El presidente cuenta con un millar de mandarines para envejecer en el poder. Su proyecto de gobierno bebe en las aguas de un totalitarismo dulce. El esclavo debe sentirse libre. Poco a poco hemos tejido una tela de araña de la que será muy difícil escapar. Si no podemos convencer a nuestros compatriotas, levantamos un muro entre ellos. Hombres contra mujeres, jóvenes contra jubilados, propietarios contra inquilinos. Divide y vencerás. Hemos resucitado el monstruo de las dos Españas. Que vuelvan a matarse unos y otros mientras nos forramos.

Las élites cobardonas comen de nuestra mano. Nadie osa levantar la voz. Tenemos comprada a la patronal, a los dos sindicatos verticales, al padre Cobo y a sus cuervos purpurados, a los banqueros, etc. ¿Quién es el guapo que desafía al presidente? Lo pagaría caro. Palo y zanahoria. Si te portas bien, harás caja. No es nada personal, son sólo negocios.

Hemos colonizado el Estado —desde el chiringuito de Pumpido hasta el CIS de  Tezanos—. Para vender nuestras mentiras tenemos al 90% de los medios de comunicación. ¡Si yo desvelara la lista de periodistas 'independientes' que cobran del fondo de reptiles! Si en un día de sol radiante dictamos que llueve a mares, la gente aceptará que diluvia porque así se lo ha dicho el telediario del comando Intxaurrondo.

Este control casi total de las conciencias nos garantiza la impunidad. Podemos hacer lo que nos plazca. Hoy un ministro podría violar a un niño en la Puerta del Sol y no dimitiría. El niño lo provocó como hijo de una familia numerosa que vota a la extrema derecha, y así con todo. ¡Ay, el fascismo! ¡Ay, Franco! ¡Ay, Trump! El coco para asustar a adultos incautos.

Pero hay que rematar la faena. Quedan por derribar los últimos obstáculos —jueces que peinan canas y un puñado de gacetilleros díscolos—. Los amenazaremos con multas y cárcel. Ya sin oposición, el Gobierno se apropiará del futuro mediante el secuestro de la enseñanza, y el reemplazo de la población autóctona por la extranjera, a través de nacionalizaciones masivas. El país seguirá empobreciéndose gracias a unas políticas económicas disparatadas. Cada vez habrá más gente dependiente de ayudas. Esa masa clientelar nos votará siempre.

Este plan oculto vendrá envuelto en bellas y vacías palabras como igualdad y democracia. Hilaremos fino para que los socios europeos piensen que la alternancia política existe, pero será vana ilusión. Habrá elecciones, y esta vez las ganaremos de verdad. Y si surgieran las dudas, ¿quién puede perderlas controlando Indra, Telefónica y Correos? En verdad, el presidente es un genio de la res publica.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 126 (mayo 2025) de la revista Plaza

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